HAY MENTE MIA

Hay mente mía, que no das tregua ni descansas,

Hasta dormido en mis sueños tú trabajas.

Recónditos laberintos de vastos océanos

Donde el pensamiento y las imágenes recalan.

Hoy despiertas de un sueño con ideas claras,

Mas mañana traerás tormentas de una mente perturbada,

Humanista y pensador, de golpe anarquista,

Más allá el enano fascista escondido amenaza,’

Liberal sin prejuicios que más tarde la tradición acalla.

Hay mente mía, que no das tregua ni te cansas,

Dibujas en el pizarrón de la vida,

Las ideas más abstractas,

Que con solida vehemencia respaldas,

Dando rienda suelta a un mundo de esperanza.

Hoy te encuentras en la elevada cúspide postrada,

Mañana tiritando el frio de la derrota te agazapas,

Hoy soy feliz y todo vale,

Mañana la tristeza todo lo embarga.

Hay mente mía, que no sabes defender una causa,

Sin reconocer que el corazón es quien manda,

Artilugios de sobrada sabiduría se trenzan en batalla,

Buscando la salida airosa de un orgullo que nada paga.

Quizás los versos te permitan expresarte con confianza,

Y así decir aquello que te callas,

Vergüenzas, blasfemias y también verdades que lastiman,

A esa hora cuando el silencio amarga,

Y en un grito de socorro la mente abrupta se sobresalta.

Denme gritos, alboroto y bullicio, que mi mente se turba

En el silencio sepulcral que como cuchillo hondo cala,

No quiero pensar, ni sentir la realidad de la vida,

Que indiferente y altanera muy oronda pasa,

Sin pedir permiso ni avisar de golpe un día calla.

Hay mente mía, que buscas respuestas y no las hallas,

Deja de pensar tanto que como chicharrón se te quema la membrana

Y pobre de mi cabeza que es la que vuela del dolor que no calma

Y allí comprendo a Sócrates cuando dijo solo sé que no se nada.

Ya vendrá el momento que de ánima te disfraces para partir al alba

Hay mente mía que es la hora en que te extingas como vela que se apaga

Ya llegó la hora que al Gran Espíritu te entregues en cuerpo y alma.

Ya se extingue tu finita llama, vete a descansar que ya es tarde y remansa…

Autor: Martín Carlos Drot de Gourville                               Febrero 11, 2012